14 nov 2019

Una piba con la remera de Greenpeace.


El indio andaba solidarizándose y estaba querendón, porque a veces veía la luna llena y no tenía por qué comérsela a medias, como si la realidad fuera un bizcocho insulso empujado a café. Muchas cosas pasan en un patio común, otras en conventillos, otras en edificios, otras en "casitas", otras en chacras, otras en campos y otras en otros lugares ministeriales, juzgados, tribunales, instituciones en las que se hace que hacen; pero el poder del olvido tiene su precio justo, cuesta mucho ser tan de todos y a su vez tan de nadie. Imagino, que hay un hueco hondo por el que hay que mirar para ver el fondo del abismo. No se trata de mirillas, mirones, ojos de buey y bizcas miradas cruzadas.