12 dic 2009

A dream within a dream

Take this kiss upon the brow!
And, in parting from you now,
Thus much let me avow,
You are not wrong, who deem,
That my days have been a dream;
Yes if hope has flown away
In a night, or in a day,
In a vision, or in none,
Is it therefore the less gone?
"All that we see or seem is
a dream within a dream"
Is all that we see or seem
a dream within a dream?

1 dic 2009

Más allá del Bien y del Mal

“Sobre algunos aspectos comunes entre la vida mental del hombre primitivo y los neuróticos” (1912-3) En este escrito apoteósico, Freud le rinde culto a la obra de Sir James G. Frazer, un legendario antropólogo escocés, al que nos remite constantemente, como así también a autores, tales como: Abraham; Atkinson; Boas; Darwin; Durkheim; Goethe; Haddon; Havelock Ellis; Ferenczi; Robertson Smith; Wundt; Westermack; MacLennan; Spencer; incluso llega a hacer mención del inca Gracilazo de la Vega; entre tantos otros más. Nombro algunos para dar cuenta del múltiple interés del psicoanálisis y del espectro de un genio de tamaña erudición como es el de Freud. Este es su campo, en tanto que consideraba a su disciplina como parte de las “Ciencias del Hombre”. La mitología freudiana, revela del totemismo, la universalidad de tres cuestiones fundamentales en la estructura del inconsciente, entiéndase “ello” como das “Urphantasien” de la realidad psíquica en su triple sentido metapsicológico: tópico, dinámico y económico; estos son los tres registros del psicoanálisis, a saber:

R) “Horror al incesto”, como el tabú natural del complejo nuclear de la neurosis. “Mythos”
S) “Lo Sagrado y lo Prohibido” del tabú transmitido: El doble sentido de su significación.
i.) “Ambivalencia afectiva” o el conflicto defensivo en la dinámica pulsional dualista.

A las 3 preguntas: ¿Qué simboliza esa CosA? ¿Cuál es su valor aBsoluto? ¿Cómo pulsiona?
Freud, responde refiriéndose a todos los autores susodichos, y en apotegmas generales dice:

A) Generalmente, es un animal: peligroso, inofensivo o temido. Un objeto comestible.
B) El antepasado del clan que muerto manda, privado prohíbe y castiga culpables.
C) El espíritu protector de la transmisión filo-gen-ética en la Historia onto-gen-ética.

¿Qué otra cosa debería representar ese objeto fantasmagórico de la humanidad del primitivo?
¿Es el falo del dios Padre todo poderoso que representa la autoridad y la ley de interdicción?
¿Quién entre nosotros hoy no tiene tabúes: ritos, religión, actos ceremoniales, cenas o fiestas?

Sin violentar las nociones del discurso freudiano, puede hablarse de una conciencia tabú y un remordimiento o culpa, por la transgresión, que es el prototipo arcaico de la conciencia moral.
Los fantasmas del objeto de una concepción animista infantiloide, no existen por las maravillas del kleinismo. En éste mágico pampsiquismo fantaseado por todas las neuronas de Freud, él descubre que el tabú: “tanto en su naturaleza psicológica, así como en su función social, no difiere del “imperativo categórico” del sujeto trascendental kantiano, ni de la neurosis obsesiva que opera de manera compulsiva, prohibiendo sistemáticamente bajo pena de muerte, las inclinaciones ambivalentes que violen la ley de la exogamia inherente al horror al incesto. El surrealismo lacaniano manifiesta en “La muerte de Dios”, retornando al “Gran Hombre y su asesinato” planteado por Freud cuando nos habla, en “Moisés y el monoteísmo”, del asunto de la ley moral en el drama tradicional de la trama judeo-cristiana. En lo que respecta a las otras religiones que califica vagamente de orientales, nos dice que están más acá del parricidio: “Todas ellas no son más que el culto del Gran Hombre”. Entonces, para que algo del orden de la ley sea incorporado, es necesario el mito primordial, articulado como el parricidio del padre omnipotente de la horda semianimal. Si el único mito moderno del origen de la Ley, se encarna en este acto inaugural que implica una transgresión necesaria para acceder a ese goce mortífero, vemos que de aquí salieron esos prototipos antecesores a las deidades zoomórficas, que se llamaron sucesivamente: animal tótem y luego un tal dios, más o menos, poderoso o celoso y, a fin de cuentas, el dios único, dios Padre ex nihilo, que no es el del creacionismo. La historia de las religiones consiste en desprender el común denominador de la religiosidad. Este mito es de una época para la cual Dios está muerto. Pero si Dios está muerto para nosotros, lo está desde siempre, y esto es precisamente lo que nos dice Freud. Nunca fue el padre sino en la mitología del hijo, es decir, la del mandamiento que ordena amarlo, a él el padre, y en el drama de la pasión que nos muestra que hay una resurrección más allá de la muerte. Es decir que para el macho viril que encarnó la función del Nombre-del-Padre, la muerte de Dios siempre está ahí, con ese mandamiento que ordena amar al prójimo y a Dios por sobre todas las cosas. Está es la cuestión del “Malestar en la cultura”, el “amor al prójimo”. Reflexionemos.

Del complejo de Edipo se hereda un Super-yo (über-ich soluble en alcohol), abogado del ello que vigila y castiga al yo-mundo exterior. En el “Yo y el Ello” (1923) hay una cita asociada a “Tótem y Tabú” que dice: “La religión, la moral y el sentimiento social, primitivamente fueron desarrollados filogenéticamente del complejo paterno y la rivalidad entre hermanos (…) ¿Fue el yo o el ello de los primitivos lo que adquirió la moral? (…) Hemos derivado el Super-yo de los sucesos en el origen del totemismo.”
El Super-yo, o sea la conciencia moral, puede ser duro, cruel e implacable contra el yo. El imperativo categórico de Kant es, por lo tanto, sustituto directo del complejo de Edipo, por ser éste considerado como la fuente de nuestra moral individual. En el masoquismo moral, el acento recae sobre el propio masoquismo del yo, que demanda castigo por parte del intenso sadismo del Super-yo, al cual éste se somete para satisfacer su necesidad de castigo y dolor.
“Generalmente, se expone la cuestión como si la exigencia moral fuese lo primario y la renuncia al instinto una consecuencia suya. Pero de este modo, permanece inexplicado el origen de la moralidad. En realidad, parece suceder todo lo contrario.”


“El porvenir de una ilusión” (1928) Todo aquel que ha vivido largo tiempo dentro de una determinada cultura y se ha planteado repetidamente el problema de cuáles fueron los orígenes y la trayectoria evolutiva de la misma, acaba por ceder también a la tentación de orientar su mirada en sentido opuesto y preguntarse cuáles serán los destinos futuros de tal cultura y por qué avatares habrá aún de pasar. ¿En qué nos basamos para predecir el futuro?
La cultura humana – entendiendo por tal, todo aquello en que la vida humana ha superado sus condiciones zoológicas -; muestra dos distintos aspectos. Por un lado, comprende todo el saber y el poder conquistados por los hombres para llegar a dominar las fuerzas de la Naturaleza y extraer los bienes vitales con que satisfacer necesidades básicas, y por otro, todas las organizaciones necesarias para regular las relaciones de los hombres entre sí y la distribución de los bienes. Los bienes son para satisfacer los instintos, en tanto que se hace de el un objeto sexual que cuesta trabajo.
Cada individuo es virtualmente un enemigo de la civilización. Así, pues, la cultura ha de ser defendida contra la hostilidad del individuo, y a esta defensa responden todos los mandamientos, organizaciones e instituciones. Bien sabido es que el hombre usa todos los medios existentes para el dominio de la Naturaleza y la producción de bienes. Las creaciones de los hombres son fáciles de destruir, y la ciencia y la técnica por ellos edificada pueden también ser utilizadas para su destrucción. La civilización es algo que fue impuesto a una mayoría contraria a ella por una minoría que supo apoderarse de los medios de poder y coerción. Toda civilización ha de basarse sobre la imposición coercitiva del trabajo y la renuncia a los instintos, por dos circunstancias: la falta de amor al trabajo y la ineficacia de los argumentos contra las pasiones.” Cap. II. Denominaremos “interdicción” al hecho de que un instinto no pueda ser satisfecho, “prohibición” a la institución que marca tal interdicción y “privación” al estado que la prohibición trae consigo. Tales deseos son el incesto, el canibalismo y el homicidio. Cap. III. ¿En qué consiste el singular valor de las ideas religiosas? La función capital de uno de sus mandamientos: el de no matar, su verdadera razón de ser es defendernos contra la Naturaleza. Cap V. ¿Cuál será, la significación de las representaciones? Cap VII. “La conclusión de que las doctrinas religiosas no son sino ilusiones, nos lleva en el acto a preguntarnos si acaso no lo serán también otros factores de nuestro patrimonio cultural, a lo que le damos muy alto valor y dejamos regir nuestra vida.”

“La moral sexual “cultural” y la neurosis actual” (1908) En su Ética sexual, Ehrenfels establece una distinción entre moral sexual “natural” y moral sexual “cultural”. Por moral sexual natural, entiende aquella bajo cuyo régimen puede una raza conservarse duraderamente en plena salud y capacidad vital. Moral sexual cultural sería, en cambio, aquella cuyos dictados impulsan al hombre a una obra de cultura más productiva e intensa. Las características de de la moral sexual cultural bajo cuyo régimen vivimos, serían la transferencia de las reglas de la vida sexual femenina, a la masculina, y la prohibición de todo comercio sexual fuera de la monogamia conyugal. Pero las diferencias naturales de los sexos habrían impuesto una mayor tolerancia para las transgresiones sexuales del hombre, creándose así a favor de éste, una segunda moral. Ahora bien, una sociedad que tolera esta doble moral, no puede superar una cierta medida, de “amor a la verdad, honradez y humanidad” y ha de impulsar a sus miembros a ocultar la verdad, a pintar las cosas con falsos colores, a engañarse a si mismo y a los demás. Otro daño, aún más grave, imputable a la moral sexual cultural, sería el de paralizar – con la exaltación de la monogamia – la selección viril, único influjo susceptible de procurar una mejora de la constitución, ya que los pueblos civilizados han reducido a un mínimum, por humanidad y por higiene, la selección vital. El problema victoriano de la abstinencia hasta el matrimonio ya no es más que una seducción ética del tabú de la virginidad o de la servidumbre.
Existe una distinción etimológica entre la "Ética y la Moral". Una poética y otra filosófica. La palabra ética procede del vocablo “éthos” que posee un doble sentido. Antiguamente, significaba “residencia, morada, lugar donde se habita”. Se usaba, sobre todo en poesía, con referencia a los animales, para aludir a los lugares donde se criaban. Después se aplicó a los pueblos y a los hombres en el sentido de su país por patria. Si traducimos Ética por Moral, conservamos la referencia con respecto a los hábitos pero perdemos la referencia al carácter. Y esto es lo que sucede cuando no diferenciamos entre ambas y la ética queda reducida a moral. El término Moral, para referirnos a las costumbres socialmente aceptadas, a lo que está bien visto en una sociedad y en un tiempo determinado, incluso a sus normativas y códigos, se trata de conductas objetivadas. Son hechos sociales. La palabra Ética es para referirnos al sujeto trascendental, ese Hombre que se preguntó: ¿yo, como ser, que debo hacer con mi saber para obrar bien? ¿Conforme a su deseo natural o en conformidad con la Moral? Puede tratarse de un asunto moral, pero la ética refiere a la posición subjetiva respecto de lo moral, al juicio valorativo que el sujeto realiza acerca de la moral establecida. Puede optarse total ó parcialmente. En cualquiera de los casos, es su responsabilidad la posición que elija, y de ésta posición trata la Ética. Con respecto a la Ética filosófica a veces se dice que es “una reflexión acerca de la moral” y no se trata de la moral que hay, sino de una visión crítica acerca de ella. “No nos enseña los juicios, sino cómo juzgar”. Como no es concebible vivir sin valorar, todo juicio de valor, es una valoración moral, más o menos inconsciente. Moral es lo que se hace. Si preguntamos si la norma, el valor ó la costumbre está bien ó mal, si se justifica ó no, entonces estamos en el campo de la Ética o Filosofía de la moral ¿con qué criterios cuestionamos el fundamento de las tradiciones? Solo los actos libres son objeto de juicio moral, se cuestiona la intención. La moral tiene que ver con lo particular, Ej. Los argentinos no son tan giles. La ética tiene que ver con lo singular, “yo”. Pero se trata de lo singular en tensión hacia lo universal, el “yo, que debo hacer”, que puede formularse también: ¿Qué debe hacer todo ser en mi lugar para actuar bien y no mal? Es decir que no se trata de una humanidad realmente existente, sino la idea de una Ley. Esta tensión hacia lo universal atraviesa lo particular y no es la hazaña. En la vida el sujeto justifica los actos morales con sus ideales. En lo real hay una ley moral, buena o mala, que siempre nos vuelve al mismo lugar. Y el deber, el designio, el nombramiento, la identificación del sujeto como el objeto del deseo del Otro que demanda y sanciona, como la sede del código que es ley.

"Gagaismo Daliniano"

En “Placer y Realidad”, Lacan sostiene en su tesis sobre el masoquismo moral, que la ley moral, el mandamiento moral, la presencia de la instancia moral, es aquello por lo cual, en nuestra actividad en tanto que estructurada por lo simbólico, se “presentifica lo real”. Con todo su peso ideológico, la ley moral se afirma contra el placer. “Su sentido debe tener alguna relación con el movimiento que atraviesa todo el pensamiento de Freud y que lo hace a partir de una oposición primera entre principio de realidad y principio de placer. Más allá del principio del placer, aparece lo que gobierna nuestra relación con el mundo, esto es el instinto de muerte ¿Qué es el instinto de muerte?¿Qué es esa suerte de Ley más allá de toda ley, que sólo puede formularse como un punto de fuga de toda realidad posible de alcanzar ¿Se trata de la realidad cotidiana, inmediata, social? ¿Es la realidad psíquica?” La acción moral está injerta en lo real. Introduce algo nuevo que sanciona el punto de nuestra presencia y justifica nuestra existencia. El análisis realmente nos vuelve aptos, para llevar a cabo esa acción moral en sus límites éticos. No buscamos sino una verdad liberadora. Esa verdad concreta, no es la de una Ley universal, sino que es particular, íntima, con carácter de “wunsch” (imperioso deseo normativo). La frase romántica del poeta Wordsworth: “El niño es el padre del hombre” tiene sentido citada por Freud refiriéndose a la infancia, y a la idea que hay en el hombre, de que algo le exige ser algo más que un niño. ¿Y cuando hablamos del ser adulto, a qué referencia nos remitimos? Esa referencia, es la tensión producida por la oposición, entre principio de placer y de realidad.

“La realidad es precaria” ¿sobre qué se ejerce en principio el gobierno del principio de placer? Freud en el Cap. VII de la Traumdeutung, nos dice que el proceso primario, tiende a la identidad de percepción. Poco importa que ella sea real o alucinatoria. Si no tiene la suerte de coincidir con lo real, será alucinatoria. Este es todo el peligro. Por otro lado, el proceso secundario tiende a una identidad de pensamiento. Lo que a nivel del principio del placer se presenta al sujeto como sustancia, es su bien. En la medida en que el placer gobierna la actividad subjetiva, es el bien, la idea del bien la que lo sostiene sujeto supuesto a Supremo Bien y no los principios morales, de las costumbres que domestican el carácter bestial, reprimiendo el hedonismo, la liberación sexual, las que representan la representación del Bien.

El ABCD “La dimensión trágica de la experiencia analítica”.

A) La demanda de felicidad + el problema de la sublimación.
B) Las metas morales del psicoanálisis
C) Las paradojas de la ética o ¿Has actuado en conformidad con tu deseo?

A) “El deseo y el Juicio Final”. Lacan, sobre la dirección de la cura, nos dice que el analista tiene que pagar algo para sostener su función. Paga con palabras, por sus interpretaciones. Paga con su persona, por la transferencia, frente aquel con el que asumió cierto compromiso. Finalmente, es necesario que pague con un Juicio en lo concerniente a su acción. Esta es una exigencia mínima. “El análisis es un juicio”. ¿Qué nos demandan? Lo que se nos demanda, debemos llamarlo felicidad. Happiness. Nos recuerda que hay en Aristóteles una disciplina de la felicidad. Obrar por la areté, la acción en función de la virtud, para nosotros es la sublimación, eminentemente la creación artística. Esta que consiste en transformar sus deseos en comerciables, en bienes vendibles, productos desvalorizados para el comercio sexual. Este es el resumen grotesco que da Freud de la carrera del artista, dice: el artista, da una forma bella al deseo interdicto, para que cada uno, comprándole su producto, recompense y sancione su audacia. Si entendemos la sublimierung de la pulsión sexual como una satisfacción sin represión de los Triebe, a nivel de das Ding. Su Ziele es lo que eleva un Objekt a la dignidad de la Cosa. Esto está explicándonos Lacan, con el apólogo de la colección de cajas de fósforos vacías de Prévert; el amor cortés, lo bello y el bien. El “deseo del analista” encuentra una posición al responder a quien le demanda la felicidad, cuando sabe que lo que se le demanda, el Soberano Bien, él no lo tiene, sin duda, sino que además sabe que no existe. Este es el límite de esta problemática: "lo que no puede ser"

“No puede desear lo imposible”

B) Acerca de la “incorporación del Super-yo” articulado con los “Tres padres”, en los tres tiempos lógicos del Edipo. La castración, la privación y la frustración son cosas diferentes. Si la frustración es el asunto propio de la madre simbólica, el responsable de la castración es el padre real, y a nivel de la privación, es el padre imaginario. Estos son, por un lado, el padre como castrador y, por otro, como el origen del super-yo. El padre real, es castrador ¿en qué? En su presencia como rival ante la madre. El padre imaginario, es el niño, y no el padre real, el fundamento de la imagen de Dios. El reproche superyoico, expresa odio a Dios, por no tener la culpa de (avernos) hecho. Si “Edipo irreconciliado” no tiene complejo de Edipo, es porque en su historia no hay padre. Quien le sirvió de padre es su padre adoptivo, y no Layo. En este punto, pater is est quem justae nuptiae demonstrant, equivale a decir que el padre es el que nos reconoció. Edipo no conoció al padre que asesinó, sino una vez muerto. La única función del padre es ser un mito, el significante del Nombre-del-Padre muerto, como la Ley en el Otro. Si el deseo del hombre es el deseo del Otro, es el duro deseo de durar, deseo de desear. El duelo del Edipo, es por ese ser-para-la-muerte que está en el origen del super-yo. “Es posible que el super-yo sirva de apoyo a la conciencia moral, pero todos saben bien que nada tiene que ver con ella en lo que concierne a sus exigencias más obligatorias. Lo que exige no tiene nada que ver con aquello que tendríamos derecho a hacer la regla universal de nuestra acción, es una verdad analítica.”

C) La ética consiste esencialmente, en un juicio sobre nuestra acción. Si hay una ética del psicoanálisis, es en la medida en que de alguna manera, este aporta algo que se plantea como medida de nuestra acción. Nos propone un retorno a nuestros instintos. Sobre “el deseo y la culpa” decimos, que tanto el héroe como el hombre común, de la única cosa que pueden ser culpables, es de “ceder sobre su deseo”. La peor traición, es traicionarse a uno mismo. Es preferible la pasión por saber la verdad, que ocultarla para que no se sepa. El psicoanálisis es entonces, la ciencia del deseo, en tanto que este es universal, y particularmente verdadero.

En su esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento, E. Roudinesco nos relata la ruptura final y el acto ejemplar de Lacan en “Yo fundo”: Kant con Sade (1964). Una grabadora con la voz proclamaba la fundación de la Escuela Freudiana de París. El proyecto lacaniano trataba de hacer la realidad del deseo, el objeto de estudio del psicoanálisis puro; dar a éste un estatuto científico, para distinguirlo de la psicología. Había encontrado una manera nueva de pensar la locura: el loco sería el que tiene una idea adecuada de la locura hasta tal punto que ésta no es una realidad, sino una verdad que el hombre lleva en él como límite de su libertad. En su Seminario invocaba la ética aristotélica para hablar de la de Spinoza, y la ausencia de ontología en Freud. Para sustituir esa “ausencia” y construir una ética freudiana proponía tomar en cuenta la tragedia del hombre moderno en el malestar de la cultura.
Así pues fundaba esa ética en la existencia del deseo en el sentido freudiano y hegeliano. La única cosa de la que puede uno ser culpable, desde esta perspectiva, es ceder en su propio deseo. Dicho de otra manera, a sus ojos la ética freudiana es una ética spinoziana: va en el sentido de una verdad del ser como despliegue del deseo. Apelaba a Kant para una superación de la filosofía por el psicoanálisis, que resultó insostenible debido a que la experiencia muestra que Kant es más verdadero y su teoría de la conciencia, de la razón práctica, no se sostiene sino por una ley moral que de cerca, no es otra cosa que el deseo en estado puro, que desemboca en el sacrificio de todo objeto de amor. No solo en el rechazo del objeto patológico, sino en su sacrificio y su asesinato. Lacan tomaba el deber de kantiano y la subversión sadeana como el paso inaugural del giro, a la manera que Foucault se oponía a Pinel. Hay revolución y un sujeto del derecho.
En la interpretación lacaniana, de la “felicidad del mal” en el sentido de Sade era como un equivalente del bien según Kant. Ambos enunciaban la sumisión del sujeto a la ley. Pero, mientras Sade hacia surgir al Otro en la figura del atormentador, dejando aparecer el objeto del deseo, Kant hacía desaparecer el objeto proponiendo una teoría de la autonomización del sujeto por medio del derecho. En el discurso sadeano se destacaba la obligación del goce y el deseo quedaba sujeto a la ley, en cuanto instrumento de la libertad. Ese: “Debes gozar”. En el discurso kantiano, el acto de dar muerte al deseo se traducía en la ley moral. Lacan asoció esta simetría del imperativo sadeano con el kantiano. Existe, desde luego, una correlación entre Gnoseología (entendida como el modo de concebir las relaciones sujeto/objeto) y Ética, entendida a su vez, como un discurso moral en torno al acto. En el sentido moderno, esta relación adquiere relevancia a partir del “noumeno” de Kant, o la “cosa-en-si” esa que está más allá de lo incognoscible. Para Kant la cosa es la Razón práctica. Si el conocimiento abarca todo lo Real, no habría necesidad de una Ética que dijera como actuar. Todo cabría en la dimensión del Saber. Pero si existen objetos que se ubican más allá de las posibilidades del Saber, se impone necesaria una reflexión que oriente mi acción respecto a esos objetos. De allí la necesidad de establecer una definición del Bien que, al mismo tiempo, no dependa del objeto, el cual no se puede conocer en una dimensión Universal. Hegel va más allá del punto en que Kant se detiene. Sostiene la tesis de que no existe una dimensión incognoscible del objeto. Si todo lo Real puede ser conocido, no hay necesidad de Ética, o al revés, la necesidad de una Ética nos hablaría de una incompletud del Saber. Un sujeto que, en cada caso, sabe como actuar, cual es su deber ser, conforme con la ley de su deseo imperativo.

DADA no es inmortal, vive como los dioses

DADA se cuestiona la problemática del amor

La dramática conjunción disyuntiva existencial ("vel") en la que más acá del deseo se reputa el Goce, más allá del Soberano Bien socialmente necesario y más allá del Supremo Mal que demanda la Naturaleza, la elección entre: "la bolsa o la vida"; "la libertad o la muerte"; "el amor o el odio" no es tan trágica. Todos queremos saber si vivimos del amor para no morir o si morimos de amor para no vivir. El Don es un regalo que vale lo que cuesta vivir "la vida sin la bolsa". Siente que no vale la pena morir de amor, porque la libertad no tiene precio. De cualquier forma, para ser libre hay que abandonarlo todo. Los límites del amor estan marcados en los bordes corporales, y por más que los sexos esten separados por un tiempo, no desaparecen por ausencia, ni tampoco los borra el olvido. En la inmensidad, los extremos se pierden a medida que vamos descubriendo lo que nos falta para conocernos más allá del principio de realidad. DADA regala sus monólocos porque su amor es platónico. Parafraseando a Freud, sobre el amor dice que la ambivalencia afectiva, es la conversión del amor en odio, orientados conjuntamente hacia un solo objeto. Ademas de "amar y odiar" por-no-ser indiferente, se puede "amar y ser amado". El yo se conduce pasivamente con respecto al mundo exterior en tanto y en cuanto, recibe de él estímulos, y activamente cuando reacciona contra esos estímulos. O sea, el yo del sujeto es pasivo frente a la realidad externa, pero activo ante su necesidad. Lo activo es lo masculino y lo pasivo lo femenino. Si define el amor como la relación del yo con sus fuentes de placer, la situación en la que el yo se ama a si mismo con exclusión de todo otro objeto y se muestra indiferente al mundo exterior, está más allá del principio del placer onanísta. En realidad, la cosa es que buscamos un objeto perdido, que una vez encontrado es aceptado, y que ya no se puede negar cuando deviene en sujeto, porque deja de ser una cosa existente para ser parte de la historia de la locura. Si no lo satisfece lo odia, y se torna contra el mundo. La indiferencia le cede el lugar al odio o a la aversión. El mundo, el objeto y lo odiado le parecen idénticos. El amor es algo que nos atrae, nos agrada, nos gusta, mientras que el odio es la causa de todo tipo de mal, de la agresividad, el rechazo, la violencia y la muerte. El amor al servicio de la vida, hace más compleja la realidad y justifica nuestra existencia. El odio destruye, priva la satisfacción sexual porque su verdadero prototipo procede de la lucha de los sexos. La sexualidad no solo es erotismo, también es necesariamente algo sádico porque en el acto dominamos y nos apoderamos del Otro.

El sentido poético se busca más allá del principio de realidad y se encuentra más allá del principio del placer, donde DADA goza más allá del Bien y del Mal y a cualquier loco le dice: ¡Goce!