7 feb 2010

El Idiota

Nadie puede escapar al destino.
Nadie puede escapar a DADA.
Tan sólo DADA puede hacerle a usted
escapar al destino.

¡No más borrachos!
¡No más narcóticos!
¡No más manicomios!
¡No más vías urinarias!
¡Basta de enigmas!

Dadá trabaja con todas sus fuerzas por la instauración del idiota
en todas partes. Pero conscientemente, él mismo tiende cada
vez más a volverse idiota.
Dadá es terrible.
No le enternecen las derrotas de la inteligencia.
Dadá es más bien cobarde, pero cobarde como un perro rabioso,
no reconoce método ni exceso persuasivo.

Todos somos idiotas cataplasmas en alcohol de sueños purificados.

Soy un idiota, soy un farsante, soy un dadaísta.
Soy feo, mi cara carece de expresión, soy minujiento.
Pero pregúntense, antes de mirarme, si el iris por el que envían
flechas de sentimiento líquido no es caca de mosca, si los ojos
de su vientre no son secciones de tumores cuyas miradas saldrán alguna vez por una parte cualquiera de su cuerpo, en forma de derrame blenorrágico.

Ustedes ven con su ombligo ¿por qué le esconden el
espectáculo ridículo que nosotros le brindamos? Y más abajo,
sexos de mujeres, con dientes, que lo tragan todo, la poesía de la
eternidad, el amor, el amor puro, naturalmente los beefsteaks
sangrantes y la pintura al óleo. Todos los que miran y que
comprenden se colocan fácilmente entre la poesía y el amor,
entre el beefsteak y la pintura. Serán digeridos, serán digeridos.
Recientemente se me acusó de haber robado unas pieles.
Probablemente porque creían que me contaba todavía entre los
poetas. Entre esos poetas que satisfacen sus necesidades legítimas de onanismo frío con pieles calientes: Ahah, yo conozco otros placeres, igual de platónicos.
Llame por teléfono a su familia y orine en el agujero reservado a las boberías gastronómicas y sagradas.

DADÁ propone dos soluciones:

¡NO MÁS MIRADAS!
¡NO MÁS PALABRAS!
¡Ya no miren!
¡Ya no hablen!