30 mar 2022

Enanos altos y gigantes bajos.

La asiduidad es una constante en los pacientes que presentan buena adhesión al tratamiento, (Véase: Z91.1 [15.81] (Aplazado) perfectamente explicable como un fenómeno transferencial. El analista que da sesiones más de 2 (dos) veces por semana, aunque la gravedad del caso lo amerite, tiene que ir a supervisión, ¿Por qué? Una razón válida: “El psicoanalista no es una putita”. No estamos para insuflarle el ego al enano alado que aspira a ser gigante. No arreglamos la pituitaria, el endocrinólogo sí somatotropina; lo elevamos en ascensores; otros prefieren las escaleras, jugar al subibaja no es ético (excepto con los bipolares). Nunca a la altura porque eso puede coincidir con un índice, de hecho hay baremo para y por eso los desiguales se miden por su peso atómico. 1/12. Aquellos que pretenden perpetuar el tratamiento hasta donde Freud sabe cuándo, son siempre sospechosos, tirándose a “chantapufistas”, de esos que se regodean en su narcisismo, aquellos que banalizan el mal ejercicio de la profesión terriblemente venida a menos y propagan la compulsión a la repetición de alguna de las fecha en la que la revista “Imago Agenda” asintomática sea propicia; esto de forzar el síntoma hasta el confín último de lo real que mata el placer del paciente queda como el analista gozando al enfermo. Es una de las prácticas más comunes de la falta de intervención. Ejemplifico: “Yo escucho y a todo te digo que sí o que no”, depende de lo que sea moralidad, o la típica aquiescencia Millonarina, un “hmm”. “Ajá”, o ese cabeceo rápido espantoso que parece petear el falo imaginario para no ir al confronte simbólico y se asuste del real del que emerge el sujeto al fin. Hay que terminar con esas formas y volver a la estructura, revisar con ganas la cosa en sí que mueve el deseo. Darle gusto, placer, la teta, no sirve. Aun fomentando un onanismo mental, o la paja intelectual, no tiene sentido. El alta restituye el valor del corte en el complejo, o sea, castrar. Una es escandir, elidir, otra hacer un chiste o interpretar un sueño, apalabrar el lapsus, todo lo que tenga algún valor clínico para aportar a la psicopatología de la vida cotidiana, cuesta menos de lo que vale. El inconsciente no lo sabe. Démosle entonces, paso a la verdad y no a las mentiritas que no curan un pomo para el culo, para eso está la religión. El psicoanálisis no es una mierda, tiene sus dificultades por la falta de altura y otras bajas.