28 ene 2013

Rock Monstruoso

Caminando por la city,
una mañana de sol;
vi en una vidriera la letra de una canción.

Y me fui, me fui, me fui, me fui, me fui, me fui.
Después volví, a recordar.

¡Que a mi chica no le gusta el Rock!
 Ella me dice que le da terror;
 y para ella el rock es monstruoso. (Bis)

Caminando por la city...
Guardé en mi mente una melodía de Rock.

La llevé a mi casa y compuse una canción,
se la canté a mi chica,
pero a ella no le gustó,

[Estribillo] + (Solo)

Una noche de Halloween, fui y me disfracé,
del Monstruo del Rock y así ella vino a mi
[o de la momia gorda del rock que hoy soy]

En un sillón, fue mi mujer y ahí me la cojí
y después me fui, me fui, me fui, me fui, me fui.

Y ahora escucha lo mismo que yo,
Ella me dice que le gusta el Rock.
Y para ella ya no es tan Monstruoso (Bis)

El Rock & Roll...(Termina en D)

27 ene 2013

Te odio

Odio, aborrezco, degrado, denigro, afeo más; espanto a toda esa gente que no puede ser amada por su exagerada fealdad, insoportable, e inqueriblemente detestable; a esos que son por demás desagradables, los asquerosamente inaudibles. No admito a esas personas que no pueden amar ni odiar, porque lamentablemente no son amables ni son dignos de mi odio, sino otra cosa que entes horrorosos.

Odio, no soporto a los que ni aman, ni odian; o sea que les digo a aquellos que viven (de "nos otros") del odio (de ellos que no son los que no pueden odiar a los que aman) de las personas que son cosas que viven de los seres pero que no son como entes como ellos.

Amo a la gente que me ama, o por lo menos a la gente que no me puede odiar.
Es una gran persona, la que es parte de la gente que vive del amor que no es odio.

Amo a ciertas/os, esas/os, algunas/os, las mias/os, las que son, ellas/os.

Abre.

P.D: Gordo/a: Más vale : Costillar; Nalga; Vacío. Malbec; Cabernet

17 ene 2013

Fábula de Hisopo

La música en la Mesopotamia del litoral argentino, era cautivante cuando recreaba el romanticismo patético de Schubert después de la tormenta entre los ríos que inspiraban a un ciego que escuchaba en los sonidos de la naturaleza interpretada por la fauna autóctona, aquellas sinfonías inconclusas croadas a coro por los batracios de su zanja encantados por la batuta del Maese Cururú; todos los coristas eran dirigidos por ese director orquestal correntino, un sapo de otro pozo, bien alimentado por las moscas de los esteros estéreos del Iberá. Mientras los vocalistas anuros solfeaban arias responsoriales, sincopados. Al ser humano le complacía sobremanera el solo del grillo violinista en su desgracia, enguarecido en el recóndito recoveco donde ejecutaba la figura de la primavera, que a los genios con oído absoluto le daban la sensación de que las cuerdas estaban desafinadas; parecía haber perdido el compás por su "tempo rubatto". El tipo que le daba en la tecla, pensaba hipótesis "ad ovo", o sea, de huevo: "Lindo loro el papagayo del candidato de Miss. Parrott, con su cacatúa y su pajarraco exótico enjaulado traído de pichón desde las cataratas del Iguazú, al delta paranaense inferior, revoloteando por ahí cual bicho enfermo" De pasmo, se desconcentró y se dió a la bebida para amigarse con los insectos alucinantes de su delirium tremens.
Le sonó la chicharra y ahí ensordeció. Se callaron todos, y así fue como la naturaleza se quedó en silencio, la redonda se ovaló y el mudo empezó a hablar, para que el ciego le lea los labios y el sordo no se sienta Beethoven.

10 ene 2013

Bitácoras

Baires.
Banca,
Banco Bersa Busca:

Benditos badulaques biyuyeros.
Botelleros bastante brillantes.
Billeteras bien bibliotecarias.
Bacanes, borrachos, bíblicos.
Bizcachas, bizcochos, bananas.
Buenas bacterias beneficiadas.
Burros, babosas, búhos, buitres.
Batracios belígeros, brahamanes.

Y a todos los ventajista de la caridad ajena, agiotistas y especuladores, informa:

Pagarán muy caro un gesto que valga más que una mueca desfigurada por succiones al vacío de bocas dispépsicas de rostros cadavéricos con las mejillas chupadas por hábitos viciosos que secan la mente y el vientre. Una fortuna cuesta la cachetada que vale un aplauso; que sale por la risa sacada al fíado con una insinuada y casi sutil sonrisa, negociable por una carcajada que descubre la dentadura equina, en el establo donde relincha un pingazo pura sangre regalado. Hablando de la esquina en un lenguaje flemático, no se entiende la verdad con un lacónico y quejunbroso "ajá" carraspeado, tosido, escupido en una charla sin palabras. Su precio real depende del costo que le debemos a la incomunicación congestionada por el rugido atronador de la fosa nasal de un rinólogo cocainómano con rinitis. O sea que, hablar hasta la inhibición, el síntoma y la angustia, no es más expresivo que el mutismo selectivo o la incapacidad para vocalizar baladas; la parlanchinería es una glosa nasofaringea inentendible; interpretable para los amigos, más insoportablemente reiterativa, ruidosa, rocosa, rotosa y ronca para la gran persona que escucha el gemido de la bestia.