12 ago 2018

El éxtasis del esclavo

A medida que el hombre más se aleja de la luz, más grande se hace su sombra.
Con las sombras juegan los tenebristas, con la luz los grandes maestros del barroco.
Los fantasmas son fantasías que por olvido desaparecen en cuerpo, más no su alma.
Una recae cuando se ha levantado; alguno que otro tropieza y se pega un porrazo.
El régimen de visitas restringidas es para reclusos repulsivos que recordando reminiscencias retornan rebobinando, repasando y rememorando el pasado.
Hasta el colmo del cansancio he llegado esperando algo que nunca va a venir. Por eso sigo esperando aún cansado para colmar ese vacía que hay en mi ser y no es nada más ni nada menos que un objeto perdido, imaginaria corporeidad evanescente, ya no de carne, hueso y sangre.
Por otro lado me falta Otra Cosa, algo que me preocupa es lo que lisa y llanamente los simplones llaman amor. Siento que la necesidad imperiosa ha cesado y ahora espero dar sin recibir.
Por eso escribo para mí, para todos, para nadie en especial.
                El desgarramiento del desmembrado es el desencadenamiento de las psicosis, donde ya no hay dolor, porque no existe elaboración del duelo, cuando no hay amor propio, solo sentimientos de irrealidad, despersonalización, desvanecimiento de la palabra, un borramiento, una elisión de la palabra amor que propicia el nombramiento del “Amo”.

El esclavo liberado no es feliz sin la tiranía del Amo.
El Amo sin el esclavo es Amo de sí mismo.
Nació para amar, no siente odio sino desprecio.
El esclavo necesita lo que el amo desea y con saberlo y servirle,
Lo hace siervo, esperando reencarnar en un cervato vil.

Algo del orden divino se le juega al Amo y al esclavo, es que el esclavo cree en Dios y el Amo se cree dios. Así funciona la relación sadomasoquista y se forja el vínculo inalienable.

Los amigos de Dios aparecen en los peores momentos.
El Amo es el único capaz de recibirlos, es el anfitrión.
los esclavos no son amigos sino enemigos íntimos.