2 jun 2013

Dvornik

Se sabe, batiushka que el hombre es tan bruto como puede ser, aún cuando trata sobre el suprematismo ruso, se dirige hacia ella, la mina amilanada y sin un dote del peso de un pud, arremilgao. ¡Lo único que le faltaba al tipo! Girar por ahí haciéndola de apitingui, afinando el grito desgañitado en si bemol en la cuarta octava de la tesitura de la soprano que le dice que no. Con toda la baratería de su presencia real; destapando cuerpos como si fueran botellas, mientras la gente anda por el mundo comiendo bichos. Corkhead! Viendo las neuroimágenes no del etnopsiquiatra amante de la etología que es su única autoridad, Von Brücke, sino del fitoterapeuta berreta que es cuando falta a la verdad de la poesía a favor de la citología y la entomología. Che loco, ¿Y la flor?

Se sabe Dios piojo todo poderoso cuando la liendre se le muere de hambre.
Se cree un ser divino, mientras el enfermo se le caga de risa en la cara que no tiene.

Se sabe poeta, ese que era un amanuense arrobado a la luz de las velas.
Se cree escritor, el que lee veinte libros a la vez para quemarse las pestañas.

Se sabe millonario, ese gallina que puso el huevo de pura clara y sin cáscara.
Se cree pollo porque cacarea y en la cresta canta el gallo para bajarle el copete.

Ese dice hombre porque ama al prójimo por el dogma aunque no sea su hermano.
Ese dice que odia al prójimo y no odia a nadie más ni tanto como a sí mismo.
Ese dice que el alma es la concentración de todos los humores y no tiene glándula.

Ese no quiere el amor de Cristo porque no anda cargando la cruz por la Via Appia.