20 may 2012

Terror nocturno

El miedo es esa emoción terrorífica señal de angustia que da temor; sobreviene como efecto de una pasión dañina, de goces mortíferos y tentaciones inhumanas. Quien padece estas sensaciones, sufre un dolor; da pena. La tristeza preexiste a la culpabilidad; no hay remordimiento sin mordedura. Digo, por el bocado que probó le gusta el pecado; porque había una vez un  mandamiento; se fue al infierno porque se cansó del paraíso, del purgatorio al limbo. No es una cosa sin la otra. Contenido pétreo enquistado en la idea larvada que enseña la vieja escuela de esa filosofía estoica, samotraciana, sadomasoquista ¡No es cuestión! “El dolor es el olor del amor” ¿Quién le dijo que el alma es mala? Lo pensó el abyecto que no pudo dar amor y esbatimenta sombras sobre los seres de luz. ¿Por qué titilan y no brillan? Porque son tenues luminiscencias que se apagan en la oscuridad; luciérnagas murientes; débiles criaturas que no tienen más que una chispa fosforescente. Fluido flúor. Decían: Este hijo de puta lavativa se está opacando, oscureciéndose, atenúa ensombrecido, me ennegrece. Era rubio, claro, lumínico y colmaba vacios siderales; ahora es un grisáceo valor en la escala de los tonos claroscuros y quiere ser colorido. Coloreaba, cantaba, castigaba, condenaba. Su imagen, su encanto, su gracia, se debían a su amor.  Nadie excepto, su gran amigo lo acompañaba a arteBA. ¿Para qué escuchar ruidos del clon corcky? Venia dándole batalla; tocando bien, dedicándole canciones a su novia; hasta que se nos apichonó.

“Así, en la injusticia misma de la ciudad – siempre incomprensible para el intelectual – se revela el progreso en el que el hombre crea a su propia imagen y semejanza” (Del crimen en su relación con la realidad del criminal: Si el psicoanálisis da su medida, indica su resorte social fundamental)