Veni, vidi, vici.
“Al César lo que es del César”, puede parecer algo trillado,
pero esta paremia no lo es; sobretodo cuando se trata de “La Reina de Bitinia”,
no se sabe si debido a sus inclinaciones sexuales o algo del orden político, ya
que la homosexualidad en el imperio romano no era condenatorio, se vivía la
sexualidad de otra manera, de hecho el pensamiento griego tuvo basta influencia
en la naturalización del erotismo, como así también es sabido la
transculturización mal transliterada de su mitología. Lógicamente no es
comparable a Heliogábalo, hablamos del calendario Juliano, aunque todas las
mujeres de su clan eran Julias. La historia del supremo dictador romano
indefinidamente, es un tema que hay que ampliar. Cayo a los Galos los
nacionalizó, lo llamaron dentro de la gens de los Julios y su apellido Cesar.
Primer hijo epiléptico de unos patricios romanos, educación propiamente aristocrática,
infancia dura por la grandeza hecha a los tortazos de una madre muy drástica,
hizo un frívolo vanidoso que se depilaba el cuerpo entero con la pinza, un pelado
laureado, obsesivo, prematuro, la cabeza de un imperio inconmensurable. El
padre un senador venido a menos, demandante de poder muere cuando Gayo tenía 15
años, quedó a la cabeza, pero de todo esto más todo aquello se sabe poco y
nada; se casó a los 16, Julia se llamó su hija, Cornelia la que la parió. La
guerra y el civismo de Roma que lo hizo irse él la devolvería. La plutarquía,
fue la locura de su ambición ascendente al poder, hay quienes que dicen que fue
por su valentía, otros dirán que fue por interesado. A los 30 años se deprimió
por no ser como Alejandro Magno. Orgulloso pero no de luto como Calígula, usaba
su túnica roja en tanto militar, púrpura cuando fue Rey. Muere su primera mujer
rápido, Cleopatrea y se casa en segundas nupcias con Servillia, la madre de
Bruto. Los pobres tenían que vivir poco y entre la mierda, trabajando para
Julio César, puede que haya sido el primer dictador populista. Se gastó la
guita que no era suya, para hacer sus despilfarros, como por ejemplo inundar el
circo para simular batallas navales, traer animales de áfrica, en fin, comprar
fama con extravagancia, esclavos y gladiadores. El esplendor encandiló a
hombres y mujeres, pero como algunos sabrán que ser caligulesco, no es gratis,
¿Cómo saberlo?. A los 36 años se hizo pretor supremo de Roma, un poco menos que
cónsul, ya que esos puestos requerían mayor antigüedad, es decir, más edad.
Pompeyo y Craso eran ricos y fueron los aliados quienes catapultaron al Cesar a
la gloria, pero después se torcieron, aparecieron otros como Ptolomeo. Su
ambición no era para la república, era un monstruo restaurador, violento y
brutal, espiritual y desconexo. Traicionó a todos sus competidores. Julio César,
el grande, ganó las Galia transalpinas, o sea, Francia, Bélgica, Suiza, y demás
fronteras que invadió por cuatro puntos cardinales. Un triunfo para el Cesar
eran 5.000 enemigos muertos por batalla. Los romanos expansionistas fueron
beligerantes e intolerantes, o sea, el rebelde devenía en esclavo, sino era un
desperdicio de mano de obra. Fue el primer hombre que cruzó el Rin para llegar
a Gran Bretaña. Con 50 años era omnipotente, le declaró la guerra a la
mismísima república, César contra Roma, amenazó al senado con su ejército y
para recuperar su honor, trato de evitar su juicio o el exilio. “La suerte está
echada” se dice que dijo el César cruzando el Rubicón. De ahí en adelante,
todos los caminos lo condujeron a una muerte digna de un emperador.
Versan las malas lenguas que la palabra cesárea proviene de
lo prematuro, hemos descartado esta teoría revisando la palabra de Plineo, el
viejo, bien escrita mal pronunciada por gente miope. La investigación
exhaustiva y muchas horas de televisión, lo desmienten en 5´.