Es una ablación sin hache de los lóbulos frontales del cerebro,
que se sabe que deja secuelas irreparables en los pacientes que padecen estos
procesos quirúrgicos. En general, tienen alteraciones en todas las funciones
cognitivas y en la expresión de las emociones. La trepanación del cráneo es una
tradición que data de tiempos remotos y se puede estudiar antropológicamente en
diversas culturas, por ejemplo, la curación con curare, y otras hierbas en ritos de sanación
no-medica, sino aborigen. En Europa, el Dr. Friederich Golz, alemán experimentó
la extirpación del lóbulo pre-frontal en animales y parecía que los perros se
amansaban y en suiza, Gottlieb Burkhardt, extirpó el cortex pre-frontal en
algunos esquizofrénicos que aparentemente, según data la historia, se
estabilizaron. Los casos experimentales del Dr. Freeman, fueron un recurso que
afectó a unos 3.500 pacientes psiquiátricos con casos de psicosis crónicas,
como última alternativa. La terapia electro convulsiva era benigna en aquello tiempos comparado
con este proceso. Los psicoanalistas saltaron en contra de este
proceso, por los efectos colaterales que dejaba en el paciente, la gran mayoría de los casos eran la parálisis; pérdida de control esfinteriano; hemiplejia; hemorragias, etc. En pocos casos, como una cantante, un
violinista judío, y la propia hija de James Watts, quedaron turulatos, más o
menos autistas. Con estados regresivos, falta de expresión y sensibilidad. Todo
esto quedó en el pasado cuando se descubrió que el cortex cerebral, en el
lóbulo frontal controla las emociones y el control de los impulsos. También es
sabido que los esquizofrénicos tienen un deterioro en el lóbulo frontal, aunque
para su diagnóstico este signo no es un síntoma patognomónico. La sedimentación
de neuronas muertas que forman la placa amiloidea, está involucrada en las
demencias tipo Alzheimer.