En "la
dialéctica del deseo y la demanda” Lacan de entrada nos dice: “Nada
ínter subjetivo...” posterior a las fases del desarrollo pregenital del
sujeto infans, en la dialéctica del reconocimiento de las primeras demandas
preedipicas*, o sea, en los estadios oral y anal, en los que predomina para
ambos sexos, el lazo con la madre en una relación dual”... podría
establecerse si el Otro no habla..” de los verdaderos Otros que están
más allá del muro del lenguaje (Introducción al Gran Otro) “... porque es
propio de la naturaleza de la palabra que sea la palabra del Otro”.
“El deseo está obligado a la mediación de la palabra y esta palabra solo tiene
su estatuto en el Otro como lugar de la palabra”; porque toda
palabra llama a una respuesta a colmar el vacío que primeramente se hace oír,
tiene que haber de todas, una que funde el acto como verdadero y esta, es la
palabra del Otro plena de sentido, la que se funda en la existencia del Otro
como un sistema de coherencia posicional, en el que la autonomía
significante y el significado están siempre en relación dialéctica para
remitirnos al otro objetivado, el Otro inconsciente estructurado como un
lenguaje que se rige por sus leyes operatorias de un orden cerrado, de
oposición y diferenciación, sobre los dos ejes de la selección y la
combinación. “Hay que percatarse de que sin la estructuración del
significante ninguna transferencia de sentido es posible.”.
El sujeto, por su parte, depende
del deseo del Otro, de la palabra del Otro que modifica, reestructura y aliena
profundamente el deseo del sujeto que desde su inconsciencia vocifera
significantes, para que su demanda se haga oír cuando llegue como mensaje al
Otro como sede del código y tesoro de los significantes, para que allí
sea decodificado, sancionado y aprobado; y para que el mensaje, retorne, sea
reabsorbido en el S como una respuesta del Otro significante plena de sentido,
con el debido reconocimiento de las necesidades que en realidad demanda, o no.
“A nivel de la demanda, el sujeto reconoce un deseo
más allá de la demanda, un deseo no adulterado por la demanda, lo sitúa más
allá del primer Otro
(significante materno) al que dirige sus demandas.”
En esta dimensión, hay entre el sujeto y el Otro una relación de
reciprocidad que hace que el niño sea para la madre algo más que un objeto
dependiente (re-sumido en la impotencia motriz) que ataca con su instinto de
conservación todas las partes de su yo. El niño tiene que estar investido del
falo para ser la causa de deseo del Otro. “Más allá de lo que el sujeto
demanda, más allá de lo que el Otro demanda al sujeto, se encuentra en esta
instancia, lo que el Otro desea”. En la dialéctica del deseo, el niño
de entrada se encuentra Es súbdito de la ley de la madre simbólica. En
los tres tiempos lógicos del complejo de Edipo (no
cronológicos) Lacan articula con el complejo de castración: las operaciones
de los significantes que están en relación con el significante privilegiado, el
falo; y las consecuencias que tiene en la posición del sujeto respecto al deseo
para darle una nueva significación a la génesis del sujeto y las causas de la
escisión subjetiva en el anudamiento de los tres registros, real, simbólico
e imaginario..
*La escuela de Melanie Klein, analizando las
fantasías más arcaicas, las escenas originarias, introducen “la imago de los
padres acoplados”. Lacan concibe de preedípicas las relaciones triangulares
entre niño-madre-falo, interviniendo este último como objeto fantaseado del
deseo de la madre”
“En el primer tiempo del Edipo, lo que el niño busca es
poder satisfacer el deseo de la madre”. El a = “el yo” del Niño súbdito, es
tomado como objeto de otro objeto-sujeto, a´ = Madre fálica, que
ocupa, en realidad, un lugar privilegiado al estar representando al Otro
primordial, A. El niño se halla presente con sus objetos
investidos de libido narcisista y la madre
investida del falo. El neonato paranoide, en el primer narcisismo,
capturó la imago especular del yo ideal ("Urbild") Al haberse precipitado sobre una matriz
simbólica primordial, el yo es otro, está sujeto al Otro que habla por él en el
registro simbólico y quién lo sostiene mientras el yo del sujeto se constituye
en una Gestalt.. El sujeto como es excéntrico, depende de los significantes que
se colocan en A y “desde este punto in constituido donde se encuentra va a
tener que participar esta partida por lo menos con su imagen”. La angustia
existencial de Hamlet*, es para el niño toda una cuestión, y esta es, la de “to
be or not to be” el objeto de deseo de la madre. En este momento el
padre introduce la función imaginaria del falo simbólico que va a constituir al
(Je) en la subjetivación de sus primeras simbolizaciones de la falta,
en las enigmáticas idas y venidas de la madre en la que el niño con más o
menos, suerte o astucia, alcanza a descubrir que asociada a la ausencia de
la madre, está la presencia del objeto del deseo del Otro, el falo. Así es como
el deseo de Otra cosa hace su entrada, cuando la metáfora
paterna “. actúa en sí, al estar la primacía del falo ya instaurada
en el mundo externo del símbolo y la ley”, pero el niño no capta el resultado.
No es consciente.
En el estadio nodal negativo, más allá de la demanda del niño de ser o del
tener de la madre, ante la ausencia o presencia del Otro; en el segundo
tiempo del complejo de Edipo, la metáfora paterna opera con su función
de corte. La ley primordial de la interdicción del incesto,
es impuesta a la díada por el padre todo poderoso privador; que bajo amenaza
de castración, tanto para el niño que desea ser el falo de la madre, como
para la madre fálica interviene haciendo la primera aparición de la
ley, revistiendo el falo como real, de hecho porque la madre es dependiente
de un objeto que ya no es simplemente el objeto de su deseo, sino que el Otro
tiene o no tiene. Esta remisión simbólica en el discurso de la madre, a una ley
que no es la suya sino Otra que está más allá de su propia ley y capricho,
fundamentada en el Padre, invoca el significante que está prohibiendo a la
madre del objeto de su deseo, dando autoridad al texto de la ley
que no se opone a la satisfacción del deseo sino que permite su aparición;
porque a lo que se opone la ley de castración no es al deseo, sino al Goce
de la pura satisfacción perversa que para Freud estaría más allá del principio
del placer. A diferencia del goce, el deseo, es siempre insatisfecho,
como ejemplo, lo es el deseo de la “Bella Carnicera” que le
demandaba al marido que no le dé caviar, porque inconscientemente su deseo se
realizaba al “no querer” ser devorada como huevos de centuria por el marido o
no querer de. Al formular la demanda en palabras, intenta satisfacer su deseo,
si a la histérica el marido le diera caviar, no podría desear más nada, ya no
sería un sujeto supuesto al deseo, sino el objeto de deseo de lo que falta en
el Otro. La bella carnicera necesita de un deseo insatisfecho porque cree que
sería posible satisfacerlo: cuidando que su marido no la satisfaga, se
resguarda de la posibilidad de ser colmada. Con el caso Dora Lacan introduce
la fórmula de la identificación
histérica (S a) y la falta S (A).
En el tercer
tiempo de la triangulación
edípica, cabe preguntarse ¿Quién es el padre? Es el que representa el super-yo
que contiene el ideal del yo del niño, es quien promulga la ley
a la salida del complejo; pero ya no es solo el padre imaginario con el que el
niño se identifica; ni tampoco el padre simbólico, que ocupa el lugar del padre
muerto cuando entra en la cadena significante para sustituir en el Otro,
el significante del deseo de la madre por el significante del Nombre del
Padre, para inaugurar toda significación como fálica por ser él, el portador de
todo el peso de la ley, Sino que es el padre real, el
padre potente que ha demostrado que daba el falo, solo en la medida que
es portador de la ley. Es el padre que puede dar o negar,
porque lo tiene, pero del hecho de que lo tiene, tiene que
demostrarlo con pruebas que él tiene porque él es el falo. Por
esto puede producirse un giro que reinstaura la instancia del falo
como el objeto del deseo deseado por la madre y como el objeto del que el
padre puede privar porque es él el poseedor del pene, tiene potencia genital.
De esta etapa depende la salida positiva del Edipo con la identificación
terminal masculina del niño con el Padre y la elección de la madre,
como objeto de amor. Del declive del Edipo surge la
estructuración de la personalidad, la formación del Super-yo es correlativa a
la renuncia de los deseos incestuosos por la
interiorización de la prohibición; si hay represión se produce la
amnesia infantil y la entrada en la latencia.
Además de la orientación sexual hacia el objeto de amor por la vía de la
identificación; queda por el complejo de castración inconsciente instaurado en
el sujeto la relación entre el falo, el deseo y la ley.
Este es el nódulo de las neurosis y el punto de anudamiento de los
tres registros donde el deseo y la ley se hacen inseparables en el complejo de
castración inconsciente.
En las fantasías (“Urphantasien”) imaginarias del drama
edípico, el niño en sus averiguaciones sobre la sexualidad (Wissenstrieb)
“..se formula la hipótesis de que ambos sexos poseen el mismo aparato genital
(el masculino)”..”la niña crea una teoría al ver los órganos genitales del niño
diferente a los suyos. Lo que hace, es sucumbir a la envidia del pene,
que culmina en su deseo de ser también un muchacho.” Freud (1908.) Cuando
el S (que adquiere la estructura a partir de que cae en “..el complejo de
castración inconsciente que tiene una función de nudo..”) descubre las
consecuencias de la diferenciación sexual anatómica (fálico o castrado),
aparecen dos posibles salidas que van a dar el ratio de su deseo en relación
con su partenaire, “a saber, la instalación en el sujeto de una posición
inconsciente sin la cual no podría identificarse con el tipo ideal de su sexo”:
O el chico en la fase fálica se hace el que no sabe nada, o sea,
reprime (neurosis); evita (fobia); o desmiente horrorizado la percepción del
órgano mutilado, renegado (psicosis). En
la niña hay tres salidas:
1)
Se da
cuenta que no tiene (castrada) manifiesta hostilidad a su madre
renegándole que no le dio, no la hizo con el falo que ella envidia.
2)
Como la
madre no le dio, redirige su deseo al falo paterno, que si el
padre no es perverso, también se lo negará. Y así será dos veces frustrada.
3)
Hace con su deseo
inconsciente la ecuación simbólica (“penisneid”) “pene=niño”,
mientras espera recibir el falo paterno transmutado en un niño.
Entonces, en el registro ley normativa en la
salida del Edipo y la entrada en la latencia, implica para el niño,: la
separación imaginario el padre simbólico del complejo de castración, para
instaurar la del niño de la madre bajo amenaza de
castración, una perdida; la angustia; la supervaloración narcisista del órgano
genital masculino preservado. Para la niña. el complejo de castración es la salida de la
etapa preedípica y la entrada en el complejo de Edipo con el consecuente cambio de objeto y zona directriz. Porque constata
que está castrada, siente que fue privada del falo, alguien se lo negó,
deduce en un primer momento que la madre no le dio y le es hostil porque la
niña cree que la madre tiene y a ella la hizo sin falo, la
hizo con una falta; cuando percibe que la falta en la madre se desilusiona porque ella tampoco tiene y esto le produce una herida narcisista, por ser dos veces frustrada en la búsqueda del objeto de
amor en su deseo negado de recibir el falo, primero por obra y gracia de la
madre y después por el padre.
Cuando el Otro, hace un llamado a la verdad desde el registro civil, el
hospital o la escuela y demanda la inscripción del chico, pregunta ¿Cómo se
llama el chico? ¿Cuál es su apellido? ¿Nombre del padre, tutor o encargado?. Es
porque el deseo del Otro, invoca al Padre como una realidad
suprema. Demanda la presencia, de alguien más allá de la madre,
a declarar que es el apoderado del niño, porque este, llevará en la instancia
simbólica su apellido inscripto en el real. Así opera el
significante del falo. En la Significación del falo, Pág. 673: ”Que
el falo sea un significante es algo que impone que sea en el lugar del Otro donde
el sujeto tenga acceso a él. Pero como ese significante no está ahí sino velado
y como razón del deseo del Otro como tal lo que al sujeto se le impone
reconocer, es decir el otro en cuanto que es él mismo sujeto dividido de la Spaltung
significante”
Queda demostrado que el deseo del sujeto se localiza y se encuentra
primero en la existencia del deseo del Otro, en cuanto deseo distinto a
la demanda..La demanda se refiere en si a Otra cosa que a las
satisfacciones que reclama. Es demanda de una presencia o una ausencia; los
efectos de la presencia son en primer lugar una desviación de la
necesidades del hombre por el hecho de que habla, en la medida en que sus
necesidades están sujetas a la demanda, retornan a él enajenadas. El
mensaje es emitido desde el lugar del Otro. Lo que se manifiesta como una
necesidad ha de pasar por los desfiladeros de la demanda, es decir, dirigirse
al Otro. En el lado opuesto se produce un encuentro, o no se produce, que ocupa
el lugar del mensaje, o sea lo que es significado del Otro. Hay una escisión
consciente, por la Spaltung que separa lo que el sujeto desea y lo que el
Otro demanda.. Y una marca inconsciente que deja significados
los efectos del significante falo, que es significado por el
significante que no está presente
en el Otro sino como algo faltante.
La función del falo es
que es aquel significante que marca lo que el Otro desea, en
cuanto el mismo, como Otro real, está castrado, tachado por la falta
del significante privilegiado que da la razón del deseo. “Es aquel significante
particular que en el cuerpo de los significantes designa los efectos sobre el
significado...si su produce algo más allá del deseo tenemos la relación (S D)” .
“Más allá del la palabra vacía y la
super-palabra plena, está la de la ley inscripta en el inconsciente del
sujeto por el padre simbólico y a este
nivel se simboliza la castración del Otro, con el falo como el significante
del deseo del Otro castrado = S (A). El S (barrado) simboliza al
sujeto supuesto al deseo inconsciente, atravesado por el deseo del Otro, y
cuando escindido hace uso de la palabra para dirigir sus demandas más allá de
lo que dice, puede, como suele pasar, no saber lo que le dice al Otro, o hablar más de lo necesario
para tener la respuesta a un pregunta que no hizo, pero que se formula en el
Otro o más allá, donde encuentra el residuo; en el lugar donde tenga que dar
con su deseo se va a producir accidentalmente el sujeto, como un efecto que va
a revelar cual era su posición subjetiva, su deseo respecto al Otro
como objeto del deseo, como tal, el falo que es percibido como
falta en el lugar de su propio falo; siendo o teniendo en presencia o
ausencia de lo que está como falta en el S (A) . “El sujeto, lo
mismo que el Otro...no puede bastarse con ser sujeto de la necesidad, ni objeto
de amor, sino que deben ocupar el lugar de causas del deseo” (Pág.671)
“El falo no es ni un fantasma, ni un objeto, ni
siquiera parcial o interno, es el significante del deseo sexual. El deseo
como lo que se encuentra más allá de la demanda, plantea expresamente, aunque
no lo demande, al Otro como ausente o presente, como el que da o no esta
presencia o ausencia. Es decir que la demanda en el fondo es demanda de amor,
demanda de lo que no es nada, ninguna satisfacción particular, demanda de lo
que el sujeto aporta por su pura y simple respuesta a la demanda. Si la
introducción de la demanda supone alguna pérdida con respecto a la necesidad,
lo que se pierde es necesario encontrarlo más allá. Lo que encontramos en este
más allá es precisamente el carácter de condición absoluta que se presenta en
la deseo que desde luego está tomado de la necesidad. ¿Cómo formaríamos nuestro
deseos, si no fuese tomando prestada la materia prima de nuestras necesidades?.
El deseo, sea el que sea, en estado de puro deseo, es algo que arrancado
del terreno de las necesidades, toma forma de condición absoluta con
respecto al Otro. Es el resultado de la sustracción de la necesidad con
respecto a la demanda de amor. Por eso el deseo sexual ocupará este lugar
problemático. Por otra parte, con respecto a la demanda de amor, esta necesidad
sexual se convertirá precisamente en deseo. El deseo sexual se presenta con
respecto a la demanda de amor de una forma problemática. El Otro entra en
juego desde el momento en que el deseo sexual está en cuestión bajo la forma
del instrumento del deseo. El deseo sexual en tanto que se formula como
pregunta y no todo es reductible al lenguaje, no hay una palabra
para expresar el deseo. Pero el significante del deseo, precisamente no es lo
mismo que nada. El sujeto del deseo se
camufla en el significante del deseo; al acceder al lugar del deseo, el otro no
se convierte en absoluto en el objeto total, sino que se convierte totalmente
en objeto, como instrumento del deseo. Esta escisión revela dos posiciones
del Otro. Una es como el otro en cuanto Otro, como lugar de la palabra,
aquel a quien se dirige la demanda, aquel que puede o no puede dar amor. Dar
amor es dar lo que no se tiene, justamente porque como no se tiene se trata
de amor. La otra condición del otro es como objeto del deseo. Aquí se
plantea la dificultad para abordar el deseo sexual, cuando el Otro, como
objeto de deseo, es percibido como falo, y en cuanto tal, es percibido como
falta en el lugar del propio falo. El deseo en cuestión, en particular el
deseo del inconsciente, es el deseo del Otro y el falo es el vértice, el
punto de equilibrio. Es el significante por excelencia de la relación del
hombre con el significado y por esta razón se encuentra en una posición
privilegiada. La inserción del hombre en el deseo sexual es una problemática
especial y es, que está sujeta a la dialéctica de la demanda. En la
medida en que esta siempre pide algo que es más que la satisfacción a la que
apela, y va más allá. De ahí el carácter problemático y ambiguo del lugar
donde se sitúa el deseo, Este lugar siempre está más allá de
la demanda en tanto que la demanda apunta a la satisfacción de la
necesidad, y está más acá de la demanda en tanto que la demanda, por
estar articulada en términos simbólicos, va más allá de todas las
satisfacciones a las que apela, es demanda de amor que apunta al ser
del Otro, a obtener del Otro su amor cuando el sujeto le pide al Otro que le dé
lo que está más allá de toda satisfacción”
Volviendo al origen, faltaría agregar la cuestión de la necesidad y el deseo para Freud. Sostendremos desde la línea del
pensamiento freudiano que la necesidad (Bedürfnis)
responde, más allá del principio de placer a las pulsiones de
conservación en contraposición a las pulsiones de muerte.
Esta se dirige a un objeto específico con el cual se
satisface y que el deseo inconsciente es una fuerza constante
que empuja al sujeto hacia la consecución del placer (distensión) y pone
en movimiento mecanismos inconscientes del aparato psíquico que intentan
reestablecer de manera alucinatoria anhelos conscientes
insatisfechos siguiendo huellas mnémicas de las primeras
vivencias de la satisfacción en las experiencias del sujeto.Freud en “Pulsiones y sus destinos” (1915)
postula el instinto como una fuerza constante y concibe la necesidad como
un estímulo instintivo procedente del mundo interno (del cuerpo) que se
suprime con la satisfacción que se obtiene a través de la transformación de la
fuente del estímulo interno. Los estímulos externos se pueden suprimir con el
acto muscular, la fuga motora como un movimiento eficaz para no-percibir. “Si
consideramos la vida anímica desde el punto de vista biológico se nos muestra
la pulsión (“Triebe”) como un concepto límite entre lo psíquico y lo somático,
como un representante psíquico de los estímulos del cuerpo que arriban al alma”
Introduce los cuatro componentes de
la pulsión y dice a propósito del (“Objkt”): “El objeto es la cosa en la
cual, por medio de la cual puede la pulsión alcanzar su satisfacción. Es lo
más variable, no se halla enlaza a él originariamente, sino subordinado a él a
consecuencia de su adecuación al logro de la satisfacción” “El objeto es
aportado primeramente al yo...el mundo externo, el objeto y lo odiado habrían
sido al principio idénticos. Cuando luego demuestra el objeto ser una fuente de
placer es amado” “Después de la
sustitución de la etapa puramente narcisista por la objetal, el placer y el
displacer significan relaciones del yo con el objeto.. Cuando el objeto llega
a ser fuente de sensaciones de placer surge una tendencia motora que
aspira a acercarlo e incorporarlo al yo. Hablamos entonces de la atracción
ejercida por el objeto productor de placer y decimos que
lo amamos. Inversamente cuando es fuente de displacer lo odiamos,
sentimos la repulsa del objeto como la primitiva tentativa de fuga, el odio
puede intensificarse en la (“agressióntrieb”), incluso hasta la
destrucción del mismo. En último término podríamos decir que el instinto ama al
objeto que tiende para lograr su satisfacción..Así pues la palabra amar se
inscribe cada vez más en la esfera de la pura relación de placer del yo con el
objeto y se fija estrictamente a los objetos sexuales; su empleo comienza
únicamente con la síntesis de todos los instintos parciales bajo la
primacía genital, para el servicio de la reproducción. La “relación objetal”
desde Freud aparece en 1905 como una cuestión de elecciones y
desviaciones de la sexualidad perversa y polimorfa del sujeto infantil. Melanie
Klein y la teoría de las relaciones objetales proyectados e
introyectados, llena de significado las relaciones del sujeto con los
objetos: la defusión del quantum de instint, de los instintos de
vida y de muerte que se libera en el nacimiento, junto con la escisión
del yo, como un primer mecanismo defensivo ante las pulsiones de
aniquilamiento que divide los objetos en buenos y malos
al atribuirle en sus fantasías más arcaicas estos caracteres propios de un
dualismo pulsional, que representa un conflicto entre la vida y la muerte, el
amor y el odio. La imago del pecho bueno, que gratifica y satisface es
introyectada cuando el lactante proyecta su amor sobre el objeto parcial,
bueno, asegurador, benévolo. A la inversa, la imagen del pecho malo cuando no
satisface y produce la angustia persecutoria, se forma correlativamente
al rechazo que produce la retirada del objeto parcial odiado, al que el sujeto
en sus fantasías sádico-orales proyecta su frustración,
agresividad y sadismo al querer devorarlo. Del clivaje, que
produce la (lo que entendió por “Spaltung” Klein) escisión del yo
y de los objetos parciales, en buenos y malos, se va a constituir por
introyección un Super-yo temprano en la posición depresiva,
2da posición en la que fundamentalmente se intenta reparar el objeto
dañado en la posición esquizo-paranoide para unificarlo en una
síntesis como un objeto total que es bueno y malo mediante la inhibir la
agresividad por el miedo al aniquilamiento del objeto del yo precario
por el regreso de la pulsión de muerte que se vuelve hacia el yo (antes sádico,
ahora masoquista) de manera retaliativa.
Acerca de la teoría de la
realización de deseos que postula Freud
en la Traumdeutung...”podemos preguntarnos de donde procede el
deseo que se realiza en el sueño. Hallamos entonces tres posibles
procedencias del deseo:
1)
Puede
haber sido provocado durante el día y no haber hallado satisfacción a causa de
circunstancias externa, entonces perdura por la noche un deseo reconocido e insatisfecho.
2)
Puede
haber surgido durante el día, pero haber sido rechazado, y entonces perdura en
nosotros, un deseo insatisfecho pero reprimido.
3)
Puede
hallarse exento de toda relación con la vida diurna y pertenecer a
aquellos deseo que solo por la noche resurgen emergiendo de lo reprimido.
4)
Puede
ser de una necesidad biológica (sed, hambre, etc.)) que produce como en el “sueño
de comodidad” de manera alucinatoria, la satisfacción, es decir, la
supresión fantaseada de la necesidad interna, adecuando el estímulo a la fuente
irreal que es objeto del deseo inconsciente. (Véanse los sueños experimentales
de Maury)
“Si es cierto que existe un sistema inconsciente, no puede ser el sueño
su única manifestación. Todo sueño es, desde luego, la realización de deseos;
pero tiene que haber también otras formas de
realizaciones anormales de deseos distintas al sueño. Así es, en efecto,
pues en la teoría, todos los síntomas
psiconeuróticos tienen que ser considerados como la realización de deseos
inconscientes.” (1900)
Del sueño infantil (véanse los tres ejemplos modelo que
da Freud en “La interpretación de los sueños” Cap III “El sueño es una
realización de deseos”) como el sueño que hace posible la realización de
deseos que quedaron insatisfechos durante la actividad anímica del día
anterior, y como el tipo de deseo que logra la satisfacción alucinante.
Lacan va a introducir : “lo que podemos llamar necesidad, pero lo que llamo
ya de entrada el deseo, porque no hay estado original de pura necesidad. Desde
el origen, la necesidad está motivada en el plano del deseo, es decir,
algo que está destinado en el hombre a tener cierta relación con el
significante...De hecho, nuestra experiencia de los sueños más simples, no es
la de una satisfacción tan simple como cuando se trata de la necesidad del
hambre. Es algo que se presenta con su carácter de exceso. La pequeña
Anna Freud sueña con lo que ya se le ha prohibido a la niña: cerezas, fresas,
frambuesas, flan; todo lo que ha entrado en una cadena significante por haberle
sido prohibido por Freud para que recupere su bienestar estomacal haciendo
una dieta de abstinencia. “No sueña simplemente con lo que respondería a una
necesidad, sino con lo que se presenta en forma de festín (véanse que
Freud lo llama el “menú de comidas
deseables”) traspasando los límites del objeto natural de la satisfacción de
la necesidad. Este rasgo es esencial.”.
.
“Adición
metapsicológica a la teoría de los sueños” (1915-1917)
Distingue dos regresiones;
una tópica, la cual
compromete al desarrollo del yo, y otra temporal, que es la del
desarrollo de la libido y el retraimiento de las cargas de objeto,
así como también de todas las cargas de los subsistemas Inc.
y Prec.. en el estado
de reposo.. Esta última llega, en el dormir, hasta la reconstrucción
del narcisismo primitivo*, y la primera, hasta la fase de la satisfacción
alucinatoria de deseos...Sabemos que el sueño es absolutamente
egoísta...el narcisismo y el egoísmo son la misma
cosa. La única diferencia
está en que el
termino narcisismo, acentuamos que el egoísmo es un fenómeno libidinoso. El deseo
de dormir intenta retraer todas las cargas emanadas del yo y construir
un narcisismo absoluto..” Al acostarse con el propósito de dormir, se
despoja el hombre de todas las envolturas que recubren su cuerpo y obra
igualmente con su psiquismo desvistiéndolo y renunciando a la mayoría de sus
adquisiciones psíquicas; reconstituyendo de este modo, en ambos casos, la
situación que hubo de ser el punto de partida de su vida. El dormir es
somáticamente, una reactivación de la existencia intrauterina con todas sus
características de quietud, calor y ausencia de estímulo. Muchos hombres llegan
durante el sueño a volver a la posición fetal. El estado psíquico del durmiente
se caracteriza por un retraimiento casi absoluto del mundo circundante y la
cesación de todo interés hacia él.”
*Nos hemos acostumbrado a denominar narcisismo la temprana fase del yo,
durante la cual se satisfacen autoeróticamente los instintos sexuales. (1915)
En el proyecto
de una psicología para neurólogos nos dice Freud, a propósito de la vivencia
de satisfacción: “La repleción de las neuronas tendrá por
resultado una tendencia de descarga, una urgencia que se libera hacia la
vertiente de la motilidad. La primera vía que es recorrida en tal proceso, es
la que conduce a la alteración interna (expresión de las emociones,
grito, inervación muscular, que no agotan la tensión) que consigue una alteración
en el mundo exterior (aporte alimenticio, aproximación del objeto sexual)
que, siendo una acción específica, tratándose de el organismo
humano es, en un principio, incapaz de llevar a cabo esta acción específica,
realizándola por medio de la asistencia ajena, al llamar la
atención de una persona experimentada sobre el estado en que se encuentra el
niño, mediante la conducción de la descarga por la vía de la alteración interna
(por ejemplo, mediante el llanto) Esta vía de descarga adquiere así la
importantísima función secundaria, el apaciguamiento del lactante en estado de indefensión
original, (“Hilflosigkeit”) el desamparo del ser humano se convierte por
la presencia del objeto en una fuente primordial de todas las
motivaciones morales. Una vez que el individuo asistente ha realizado para el
inerme el trabajo de la acción específica en el mundo exterior, el segundo se
encuentra en situación de cumplir sin dilación, por medio de dispositivos
reflejos, la función que en el interior de su cuerpo es necesaria para eliminar
el estímulo endógeno; la totalidad de este proceso representa entonces una
vivencia de satisfacción...Así, la vivencia de satisfacción conduce a una
facilitación entre las dos imágenes mnemónicas (la del objeto
deseado y la del arco reflejo) que en el curso de la descarga producida por la
satisfacción estas huellas quedan vacias de quantum. Con el reestablecimiento
del estado de necesidad o de deseo, la catexia pasa
también a los recuerdos reactivándolos. Es probable que lo primero en
experimentar, de esta activación desiderativa (similar a una pseudo-percepción,
o sea, una alucinación), sea la huella mnémica del objeto.”. Más
allá de este resultado actual, la experiencia implica varias consecuencias:
1) En lo sucesivo a la satisfacción queda unida a la
imagen del objeto que ha procurado la satisfacción, así como a la imagen motriz
del movimiento reflejo que permitió la descarga. Si aparece de nuevo el estado
de tensión, la imagen del objeto se recatectiza y la reactivación del deseo
produce una alucinación.
2) El conjunto de experiencia (satisfacción real y
alucinatoria) constituye el fundamente del deseo. En efecto, el deseo tiene su
origen en una búsqueda de la satisfacción real, pero se formó según el
modelo de la alucinación primitiva
. En la
“Interpretación de los sueños”, Freud describe en forma análoga la vivencia de
satisfacción y sus consecuencias, aportando a este respecto dos nuevos
conceptos, identidad de percepción e identidad de pensamiento: el sujeto
busca siempre, por caminos directos (alucinación) o indirectos (acción
orientada por el pensamiento) una identidad con la percepción que quedó unida a
la satisfacción de la necesidad. La experiencia de satisfacción real o
alucinatoria constituye el concepto fundamental de la problemática freudiana de
la satisfacción y en esta se articula el apaciguamiento de la necesidad y el
cumplimiento del deseo inconsciente que tiende a realizarse
restableciendo, según leyes del proceso primario, los signos infantiles ligados
a las huellas mnémicas de aquella vivencia primitiva en la que dejó las marcas
de sus pisadas en esas arenas..
Louis Althusser, en sus escritos sobre el psicoanálisis. “Freud
y Lacan” Cap II. Se pregunta:
“¿Cuál es el objeto del Psicoanálisis? Es el inconsciente y sus efectos en el
adulto sobreviviente de la espantosa aventura, que del nacimiento a la
liquidación del Edipo transforma a un pequeño animal engendrado por un hombre y
una mujer en u pequeño niño humano....que ese pequeño ser biológico sobreviva
es la espantosa prueba que todos los hombres adultos superaron con la amnesia;
son testigos y muy a menudo victimas de esta victoria.” Con el surgimiento de la lingüística
estructural Lacan reinterpretó a la luz de la teoría sassureana
el campo freudiano. Esta metafórica intervención con la que sustituyó el modelo
de la física energética de Helmholtz por el modelo estructuralista del
lingüista francés le permitió precisar que “el inconsciente está
estructurado como un lenguaje” y
reinterpretar la teoría freudiana al pié de la letra. “Freud en su primera
gran obra la “Traumdeutung” (que no es anecdótica ni superficial) había
estudiado los dos mecanismos o leyes que rigen el proceso primario, reduciendo
el inconsciente a sus dos variantes: el desplazamiento y la condensación.
Lacan reconoció en ellos las dos figuras esenciales designadas como la metonimia
y la metáfora. De esta manera el lapsus, el acto fallido, el witz, el
síntoma y las demás formaciones del inconsciente, se volvían como en el
sueño mismo, significantes inscriptos en la cadena de un discurso inconsciente,
la del S humano. La primacía del hecho del lenguaje, es porque este es el único
objeto y medio de la práctica analítica y por él, sus silencios, escansiones y
ritmos, adviene lo que cura en la transición de una palabra vacía
a una palabra plena que se da en la situación de cura con la
realización del sujeto en la asunción de su historia, asignada y
designada bajo la ley del lenguaje, en el que se da y se fija
cristalizado todo conocimiento del Orden humano, bajo la ley de la
Cultura, que es volverse humano. Los tres grandes momentos de dicha
transición:”
1)
Preedípica: Relación dual en
la que el niño no puede valerse por más que un alter ego, la
madre que escande su vida por medio de su presencia (da!) y de su
ausencia (fort!) vive esta relación dual con la fascinación
imaginaria del ego en la que el mismo es este otro, tal otro,
cualquier otro, todos los otros de la identificación narcisista primaria.
2)
En el Edipo:
Surge una estructura ternaria sobre el fondo de esta estructura dual, cuando el
padre se mezcla como intruso para introducir el Orden Simbólico,.
He aquí la comprensión conceptual que debemos solo a Lacan.
3)
En la castración:
El niño resuelve no tener el mismo derecho (falo real) que su
padre tiene sobre su madre. Se produce la escisión radical de la
subjetividad del niño. Así obtiene la seguridad de tener algún día no muy
lejano.